Por aquellos años de mi adolescencia siempre me había quedado aquella duda,me estremecía y me daba un poco de temor, creer que dios había estado tan cerca mío.
Por aquellos tiempos de los hippies y los primeros pelos largos, presagiando cambios bastantes profundos en la idiocincracia de la formalidad, mi primera locura era una pelota de fútbol, mi segunda locura otra pelota de fútbol, la tercera locura también y así sucesivamente. hasta que un poco más atras, se acomodaban, casi codo a codo en las preferencias, las chicas, " Los Beatles ", " Los Gatos ", " Pink Floyd ", Carlos Monzón.
Al " Papi Fútbol " me habían llevado mis hermanos desde bastante pequeño, a esa corta edad me llamaban mucho la atención la muchedumbre, los jugadores con susrisas, charlas y bolsos antes de cambiarse, las luces que como en una sala de operaciones de un sanatorio, iluminaban desde arriba, colgando de cables y alambres que cruzaban la cancha por arriba borrando el cielo oscuro, y las estrellas cuando se encendían, , recuerdo que a veces en algún poco estético " voleo " la pelota desaparecía por arriba de los cables y las luces y caía mágicamente en otro lado de la cancha. Haciendo gracia en el gentío por la expectativa que causaba saber dónde caería.
Todos los años al llegar el mes de diciembre y sus noches de verano, en el barrio armábamos un equipo para la cita tradicional del " Papi", alguna rifa que seguramente no alcanzaba para pagar la inscripción, había que ayudarla con algunos pesos nuestros, pedir prestadas algunas camisetas y ¡a entrenar! Eso sí, aunque por lo general quedábamos eliminados al perder los dos primeros partidos, entrenábamos todas las tardes, hasta esa hora en que la polvareda y las primeras alas de la noche hacen casi imposible divisar al autor del " último gol gana" y menos la pelota.
El siglo XX andaba por los años sesenta y nueve o setenta, no recuerdo exactamente, lo que sí tengo bien grabado, era que aquel año teníamos otras expectativas, habíamos reforzado el equipo, los refuerzos aunque no eran del barrio, tenían una condición que igual da resultados en un buen grupo, eran amigos.
Conseguimos unas camisetas prestadas de color negro y amarillo a rayas verticales , por lo cual, como una obviedad y otro tanto por no distraernos demasiado en pensar, nos anotamos con el pomposo nombre: " Peñarol".
Fieles a la rutina de todos los años las prácticas se sucedieron con dedicación y esmero, y a medida que llegaba el día del debut , armábamos la formación titular de distintas maneras, con la satisfacción particular de saber que en todas las variantes siempre encajaba mi nombre, por lo que sentirme titular me daba una gran alegría e igual responsabilidad; como para ir acostumbrándome al espectáculo de tribunas llenas, cantos y luces, desde la primera fecha merodeaba temprano por la cancha y me " Comía " todos los murmullos, los goles y los gritos hasta entrada la madrugada. Escuchar por los parlantes las fechas venideras me producía un cierto escozor, me aceleraa las pulsaciones y la ansiedad por el debút me persiguió durante toda la semana, me costaba dormir tranquilo, soñaba con hacer un gol determinante para el resultado, una chilena, un tiro libre al ángulo, una volea y hasta me la pasaba mirando al cielo insultando algunas nubes furtivas que presagiaban estirar mi impaciencia un poco más .
Si la espera del "debut" fue larga, peor fue ver pasar con lentitud el día del partido, Parecía que todo andaba más despacio, los relojes, el sol, el mediodía, la siesta; para colmo de males, como era el día del partido no hubo práctica en el potrero. Así fué como desde temprano preparé mi mejor pantalón corto, las medias gruesas, con las mangas de un " pulover" me hice una especie de canilleras y mi hermano más grande me prestó las zapatillas, porque las mías estaban bastante viejas y gastadas y corría el riesgo de resbalar demasiado en el rocío nocturno.
Cuando aún no estaban todas las luces encendidas de la cancha, ya merodeaba por la puerta de acceso como haciendome el tranquilo y desentendido, poniendo cara como de " es un partido más ".
Con mi hermano Alfredo María,, nos trepamos a la tribuna y ni bien terminó el primer tiempo del primer partido salté por atras de los tablones y nos dirigimos ansiosos ( no sólo yo lo estaba ) a la mágica ceremonia del vestuario,la ropa tirada por todos lados, la bolsa de las camisetas,, el "Piltra" Barrionuevo poniéndose aceite verde. la "desdentada" sonrisa mansa del " Rata" Balquinto, curiosos y chicos que te hacen preguntas " Bobas" justo cuando uno se está concentrando y las pulsaciones obligan a saltar, gritar o reir, como para ir descargando ansiedades, esa misma ansiedad que nos hizo saltar al campo de juego ni bien finalizó el primer partido, despues todo fué como una vorágine a la que nos prestamos mansamente, los árbitros, los capitanes, los saludos, los ¡Hip!, ¡Hip! ¡Ra!, ¡Ra!, ¡Ra! y ¡ A correr !.
El pitazó inicial nos sorprendió como un disparo, con gritos nos fuimos apoyándo entre todos, porque el partido parecía duro, los nervios nos devoraban y no conseguíamos la pelota, yo deambulaba como un " zombie " desde el circulo central hasta el área y solo había tocado dos o tres pelotas sin mucha trascendencia y parecía que como tantas otras veces la ansiedad y los nervios me harían pasar desapercibido, a pesar de las condiciones que muchos me reconocían y que yo tambien sabía. De pronto se hizo la luz, el "Lobo" Décima se mandó por la derecha, el "Rata" Balquinto se la puso como con la mano, se sacó un rival de encima con solo tirarla larga, el arquero lo fúe a buscar muy lejos, el "Lobo" me miró con la picardia que lo caracterizabacuando hablaba de mujeres, me la cruzó al medio, y yo que lo presentía desde el arranque de la jugada, sólo tuve que empujarla, , me fuí a gritarlo como si hubiera sido un gol en un mundial, desde el banco el "Chato" Acuña me alcanzó a manotear y quedamos abrazandonos un largo rato entre todos, enseguida nos empataron, seguramente el gol nos distrajo y así fúe el primer tiempo, hasta que en el segundo, otra vez desde la nebulosa que me atrapaba aparecí por la punta derecha y antes que me cruzaran, casi sin hacer fuerza ( Me parecía extraño) la pelota se coló por debajo del arquero y gol, está vez el festejo fue descontrolado, la gente del barrio se metio en la cancha y el árbitro pacientemente esperó que se retiraran, nos volvieron a empatar al poco rato y en nuestras mentes volvía a aparecer el miedo y la frustración de volver a jugar soló dos partidos, hasta que de pronto otra vez casi sin hacer esfuerzo, le crucé el cuerpo al marcador, que al quedar desacomodado para su pierna habíl solo atinó a correrme sin " faulearme" y cuando me salió el arquero otra vez sin lucidez y sin esfuerzo por debajo del arquero y gol, otra vez gol, ¡tres veces! . Otra vez también la gente inundo la cancha, me cargaron en los hombros como para que sintiera el cielo un poco más cerca que ellos, cuando me bajaron la realidad iluminó todo y nuestros rivales que no les importaba lo más mínimo la invasión de cancha, ni la gloria mía, no solo nos volvieron a empatar, sino también pasaron a ganar, nuestra desesperación fue creciendo, hasta que "Piltra" un negro grandote y peludo que jugaba de 2, acertó un tiro libre al al ángulo y llegamos a los penales, los otros erraron, " Piltra " no perdonó y todo fue fiesta, "Peñarol" había ganado , ya el fantasma de " dos partidos y afuera" se había terminado, el vestuario era la imágen perfecta del festejo y la alegría de los más desprotegidos, de los que no festejan nunca, de los que no llegan a campeonar nunca y hasta vinieron algunos conocidos del equipo rival a saludarme. ¡Era mi noche! ¡Tres goles y la gloria!.
Cuando el tiempo empezó a acallar los rumores de aquella gran noche, me empezó a carcomer la gran duda, si yo no había pensado ninguna de las jugadas, ni había hecho ningún esfuerzo al pegarle al balón, ¿Como era posible que hubiese hecho tres goles?, ¿ Como fué posible que personas con las que no tenía ninguna relaciónme pasearan enandas en cada gol?, Mi deducción fué que dios, sabiendo de mi locura por el fútbol, sabiendo de mi seguro fracaso por falta de personalidad me había recompensado con está noche de gloria.
Cuando se lo comenté a mi hermano no me creyó, me dijo que me dejara de pavadas, que el había visto el partido y todo le parecio normal. Y asi anduve mucho tiempo, muchos años pensando en mi gran duda, hasta que me encontre con " El Gráfico" Nro 4003, en donde Diego Maradona dice " En aquellos increibles días de México 86, dios estuvo conmigo" , desde allí y para siempre me estremece, me da un poco de miedo saber que Dios estuvo tan cerca mio aquella noche.
Estoy seguro. AMEN
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